
Parece ser que dentro de nuestro baloncesto los entrenadores nos autocalificamos de dos estilos diferentes: formativos o competitivos.
Están quienes se decantan del lado de la formación por encima de todo, quienes no cesan ni un segundo en mostrarse así por las redes sociales, vender una imagen que en la mayoría de los casos nada tiene que ver con la realidad. Entrenadores que hacen gala de su alto amor a la formación de los pequeños, pero que nada tiene que ver cuando los ves dirigir un partido. Protestan al árbitro, reciben técnicas, tienen al jugador con mayor talento 35 minutos en pista y los "flojitos" juegan el cuarto de rigor, etc.
Por otro lado están los competitivos, aquellos que no esconden que su deseo es ganar de cuanto más mejor, que no les importa presionar durante todo un partido pese a haber cerrado acta. Entrenadores que luego en su grupo de whatsapp o en el corralillo con sus amigos sacan pecho con frases del estilo "buag, hemos cerrado acta en el segundo cuarto, pero habremos ganado de 90", o "los otros no han sido capaces de dar un pase".
Están quienes se decantan del lado de la formación por encima de todo, quienes no cesan ni un segundo en mostrarse así por las redes sociales, vender una imagen que en la mayoría de los casos nada tiene que ver con la realidad. Entrenadores que hacen gala de su alto amor a la formación de los pequeños, pero que nada tiene que ver cuando los ves dirigir un partido. Protestan al árbitro, reciben técnicas, tienen al jugador con mayor talento 35 minutos en pista y los "flojitos" juegan el cuarto de rigor, etc.
Por otro lado están los competitivos, aquellos que no esconden que su deseo es ganar de cuanto más mejor, que no les importa presionar durante todo un partido pese a haber cerrado acta. Entrenadores que luego en su grupo de whatsapp o en el corralillo con sus amigos sacan pecho con frases del estilo "buag, hemos cerrado acta en el segundo cuarto, pero habremos ganado de 90", o "los otros no han sido capaces de dar un pase".
Nosotros pensamos que se puede ser formativo y competitivo a la vez, es más, se debe. El deporte no deja de ser una parte más en la vida, una formación que servirá sin duda alguna para el futuro de los niños, por lo que debemos enseñar (las formas que utilicemos serán las que marquen la diferencia entre lo ético y lo "criminal") a formarse mientras se compite.
Dudamos mucho de que un equipo que gana de 50 esté formándose, y por supuesto eliminamos la opción de que esté compitiendo. Puedes trabajar otros aspectos del juego técnicos y tácticos ante un rival inferior, aunque no vayas a ganar de 50 (quizás lo hagas de 20), pero aprenderás situaciones del juego individuales y colectivas que difícilmente, imposible, lograrás presionando sobre la línea de fondo sin dar margen a otros puntos.
Pensemos y recapacitemos. No es justo decir que no salen jugadores porque los niños de hoy en día no son como los de antes, que no hay materia prima, que el talento se tiene o no. Hagamos autocrítica y reconozcamos que un alto porcentaje de que esos niños no dominen aspectos técnicos "básicos" no son por falta de talento, si no porque hemos estado más preocupados de cerrar actas en niveles b, o jugar en categorías inferiores por el mero hecho de quedarnos campeones.